Celebrar la docencia para mí, es recordar un sinfín de anécdotas que fueron marcando además de mi carrera profesional, mi vida entera.
Es que es cierto lo que dicen, cuando una persona enseña, dos aprenden y tal vez por eso amo tanto ser docente.
Aprender es, sin dudas, descubrir nuevos mundos, nuevas realidades o tal vez, descubrir nuevas formas de ver las mismas realidades y poder hacernos muchas preguntas al respecto de lo que percibimos, desarrollar lo que se llama “el pensamiento crítico”. Es crecer y asumir desafíos constantemente.
En fin, unos minutos después de defender mi tesina en la Universidad de Belgrano, el director de la carrera de Derecho, me ofreció empezar a dictar clases y por supuesto acepté.
Me sumé a la materia “Derecho Penal parte especial” en la Cátedra del Dr. Luis María Bunge Campos, en ese momento Juez de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
Él me regaló uno de los mejores consejos que recibí hasta el día de hoy, luego de que yo le preguntara si había algo que tuviera que tener en cuenta al momento de dar clase.
Me dijo algo así como “la idea es que logres escuchar sus cerebros pensando”.
Podrán imaginarse -o tal vez no-, pero pensé que me había tomado el pelo, lo recuerdo y sonrío otra vez al pensar en eso.
Y no fue hasta el mismísimo día que realmente escuché ese sonido imperceptible y mágico, en el aula repleta, que lo entendí.
Es el sonido más maravilloso que existe para quien se propone -como yo- que las y los estudiantes se lleven mucho más que los contenidos de la materia.
Por eso hoy es un día para celebrar la docencia universitaria. Porque aprendemos cuando enseñamos y eso cambia la realidad de quien aprende y la nuestra también.
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